En la actualidad, existen 456 certificaciones para 25 sectores de consumo, incluyendo la moda. Sin embargo, muchos de estos sellos no logran evidenciar si una prenda es verdaderamente sostenible, sirviendo más para mejorar la imagen de las marcas que para garantizar un menor impacto ambiental.
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El pasado abril, surgieron alarmas respecto a Better Cotton, la iniciativa global más prominente en la certificación de algodón ético. Una investigación de la ONG británica Earthsight reveló que esta organización estaba vinculada con deforestación, acaparamiento de tierras y violencia contra comunidades en la región de El Cerrado, Brasil. Earthsight rastreó 816,000 toneladas de algodón de fincas que no cumplían los requisitos de acreditación, resultando en casi 250 millones de prendas producidas a través de ocho empresas asiáticas y distribuidas por grandes cadenas globales. “El impacto del algodón ha pasado en gran medida desapercibido”, dijo Sam Lawson, director de Earthsight. “Si tienes ropa de algodón, toallas o sábanas de H&M o Zara, es posible que estén manchadas por el saqueo de El Cerrado”.
Lawson argumenta que la responsabilidad no debería recaer en sellos monetizables, sino en estándares de buenas prácticas establecidos por los estados. Según él, los delitos relacionados con los productos de consumo deben abordarse mediante regulación gubernamental. En respuesta a las acusaciones, Better Cotton llevó a cabo una auditoría independiente en tres granjas brasileñas que producen algodón certificado, pero no encontró relación con las acusaciones de Earthsight, la cual calificó la investigación como “insatisfactoria e incompleta”.
Este debate pone en evidencia la fragilidad de ciertos sellos de sostenibilidad. Ya en 2022, una alianza internacional de marcas de moda dejó de utilizar el Índice Higg, una herramienta creada por la Sustainable Apparel Coalition (SAC) en colaboración con Nike, para medir la sostenibilidad de sus productos. Argumentaron que podría caer en el greenwashing, una práctica que busca aparentar sostenibilidad sin un impacto real.
Actualmente, hay 456 certificaciones diferentes en el mundo según The Ecolabel Index, abarcando 25 sectores, incluyendo la moda. Estos sellos, junto con los reclamos de las marcas, deberían permitir a los consumidores tomar decisiones informadas, pero muchas veces solo generan confusión. Urska Trunk, directora de campaña en la asociación británica Changing Markets, señala que el 59% de las afirmaciones de sostenibilidad hechas por grandes empresas como Asos, H&M e Inditex no están fundamentadas y confunden a los consumidores.
Una táctica común de greenwashing es etiquetar artículos como ‘sostenibles’ sin proporcionar evidencia que respalde estas afirmaciones. Otro método frecuente es etiquetar prendas como recicladas o reciclables cuando, en realidad, están hechas de varios tipos de fibras, lo que dificulta o imposibilita su reciclaje. “La mayoría de las marcas de ropa promueven prendas de ‘poliéster reciclado’, aunque el 99% proviene de botellas de PET recicladas, no de ropa vieja”, dice Trunk. Esto interrumpe el ciclo de reciclaje de botella a botella y contribuye a la contaminación por microplásticos.
Nicole Rycroft, fundadora y directora de Canopy, destaca que las certificaciones significativas deben cumplir criterios sólidos, incluyendo verificación de terceros y transparencia en sus procesos. Además, deberían abarcar todos los impactos ambientales de una prenda, no solo sus materiales.
Urska Trunk también aboga por certificaciones que analicen todo el conjunto, no solo un proceso o fibra, como bluesign®, OEKO-TEX®, Global Organic Textile Standard (GOTS) y la Etiqueta Ecológica Europea. Sin embargo, lamenta que muchos esquemas de certificación actuales facilitan el greenwashing.
La Unión Europea está trabajando en una solución con su propuesta de que, para 2030, cada prenda de vestir vendida incluya un ‘pasaporte de producto digital’. Este brindará a los consumidores información sobre el origen y el impacto ambiental de los productos, permitiendo decisiones de compra más informadas.
Por último, Brittany Johnston, coordinadora sénior de comunicación en Textile Exchange, subraya la importancia de la transparencia y trazabilidad para evitar el greenwashing. Las marcas deben priorizar la transparencia en toda su cadena de suministro y desarrollar planes sólidos para alejarse del modelo insostenible de moda rápida.
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