A pesar de sus disputas en áreas clave como la tecnología y las sanciones mutuas, Estados Unidos y China han encontrado puntos de acuerdo en la regulación de la inteligencia artificial (IA). Este inesperado acercamiento se materializó recientemente en una reunión de alto nivel celebrada en Ginebra, donde representantes de ambas potencias discutieron los riesgos y desafíos asociados con el desarrollo de la IA.
El encuentro fue precedido por un esfuerzo colaborativo entre empresas líderes de ambos países, como Baidu, Tencent, Ant, NVIDIA, Microsoft, Meta, Google, Amazon y OpenAI, quienes anunciaron la creación de un estándar global para garantizar la seguridad en el desarrollo de la inteligencia artificial generativa. Esta iniciativa demuestra que, a pesar de las tensiones geopolíticas, existe un interés compartido en abordar los riesgos potenciales de la IA para usuarios y empresas.
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Los documentos presentados en la Conferencia de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Tecnología en Ginebra destacan los avances en el análisis y validación de la seguridad de la IA generativa, así como en el análisis de seguridad de los grandes modelos de lenguaje. Este diálogo entre empresas ha allanado el camino para un diálogo similar a nivel gubernamental.
La reunión en Ginebra, la primera de su tipo dedicada exclusivamente a la IA, representa una colaboración entre Estados Unidos y China en este campo. Ambos países han acordado compartir sus enfoques y puntos de vista sobre la regulación de la IA, reconociendo la importancia de abordar este desafío de manera conjunta.
Este acercamiento se remonta a un acuerdo previo entre los presidentes Joe Biden y Xi Jinping durante su encuentro en San Francisco en 2023. A pesar de las diferencias en las prioridades de regulación de la IA, tanto Washington como Pekín reconocen la necesidad de colaborar para garantizar un desarrollo seguro de esta tecnología.
Si bien es poco probable que Estados Unidos y China propongan estrategias idénticas, este diálogo representa un paso significativo hacia una mayor cooperación en la regulación de la inteligencia artificial, demostrando que, incluso en medio de tensiones geopolíticas, hay espacio para el entendimiento y la colaboración en áreas de interés común.
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