El actor Matthew Perry, conocido por su papel en “Friends”, falleció debido a los “efectos agudos de la ketamina”, según determinó una autopsia realizada el pasado jueves. Aunque Perry recibía una terapia de infusión de ketamina para tratar su depresión, el forense concluyó que su muerte no fue consecuencia de este tratamiento médico, sino de la administración ilegal de la droga en dosis letales.
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Perry, de 54 años, era ciudadano estadounidense y había hablado abiertamente sobre sus problemas de adicción. Según los fiscales, cinco personas, incluidos dos médicos, su asistente y un presunto traficante de drogas, fueron acusadas de suministrarle la ketamina fuera del régimen terapéutico prescrito. Las autoridades alegan que en los cuatro días previos a su muerte, Perry recibió al menos 27 inyecciones de ketamina, lo que resultó en niveles fatales de la sustancia en su cuerpo.
La ketamina es un anestésico utilizado en tratamientos médicos para la depresión resistente a otros medicamentos, pero también tiene un alto potencial de abuso. En dosis terapéuticas, administradas bajo supervisión médica, puede ofrecer alivio para la depresión y los pensamientos suicidas. Sin embargo, la sobredosis de ketamina, como en el caso de Perry, puede ser letal.
La investigación post mortem reveló que la última sesión de terapia de infusión de Perry tuvo lugar más de una semana antes de su muerte, lo que descarta cualquier vínculo entre su tratamiento médico y el desenlace fatal. La comunidad médica sigue evaluando los riesgos y beneficios de la ketamina en el tratamiento de trastornos mentales, subrayando la importancia de una supervisión adecuada para evitar resultados trágicos como el de Perry.
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